martes, mayo 22, 2007

Un nuevo partido, una nueva esperanza


En un país en el que el juego político se reduce a la batalla y el pique entre dos grandes partidos que dividen a la mayoría de la opinión pública, era y es más que necesaria la aparición de un tercero que ejerza de partido bisagra. El panorama político español hace tiempo que se encuentra paralizado, sin nuevas ideas ni motivaciones más allá del interés de los gobernantes de hacerse con el control de las instituciones. Muchos españoles están descontentos con sus líderes, de hecho, la gran mayoría; pero se encuentran sin alternativas. La única opción que tienen es la de votar entre el PSOE y el PP y se rigen por la norma de elegir al menos malo, no al que realmente representa sus ideales y aspiraciones. Por esta razón el verdadero poder, en muchas ocasiones, lo ostentan los partidos nacionalistas que, representando en realidad los intereses de una ínfima parte de la población, se pueden permitir el lujo de plantar sobre la mesa sus extravagantes exigencias sabiendo que los grandes partidos pactarán con ellos para alcanzar la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, la aparición de un nuevo partido político, impulsado por el filósofo Fernando Savater y la eurodiputada socialista Rosa Díez, puede dar un vuelco a esta lamentable situación. Su propuesta se centra esencialmente en dos puntos: promover una alternativa al desastroso sistema actual de dos partidos “antagónicos” y lograr terminar con la obligación de pactar con los partidos nacionalistas y, por otro lado, luchar por una reforma de la Constitución que redefina el actual modelo territorial con el fin de construir un Estado “sólido, igualitario y compuesto de comunidades autónomas con idénticas competencias entre sí”.
Si tenemos la suerte de que esta nueva propuesta política salga de verdad adelante y se construya sobre unos principios realmente sólidos y que apuesten por el verdadero cambio quizá, por fin, logremos acabar con la presente situación: un panorama político que no sólo no representa los deseos de los ciudadanos sino que además, por su propia configuración, genera el odio y el enfrentamiento entre ellos.

martes, mayo 15, 2007

Una campaña sin insultos

Ha empezado bien la campaña electoral. Nadie dudaba de que iba -y va a estar- plagada de anécdotas desafortunadas, insultos y frases memorables; pero la verdad es que, sólo cuatro días después de su inicio, el PSOE ya se ha encargado de superar cualquier expectativa.
Zapatero habló de una campaña “sin insultos” por su parte. Una campaña en la que, según él, su partido iba a responder a cada insulto y provocación con “ideas, sonrisas y propuestas”. Hay que reconocer que plantear la campaña electoral de esta forma suena bonito e incluso admirable, pero no por eso deja de ser un planteamiento fantasioso y utópico, sobre todo si se tiene en cuenta que esos que pretenden ser los abanderados de los buenos modos siempre han destacado por todo lo contrario.
Que el ministro de justicia afirme que el PP necesita un buen laxante “porque padece de estreñimiento mental parcial” parece un insulto en toda regla. Dirigirse a “Angelito Acebes” y a Rajoy, sin ningún tipo de respeto, diciendo “os vais a ir a casa, que es lo que teníais que haber hecho antes si hubieseis tenido vergüenza”, se antoja una provocación con todas las de la ley. Bonita forma de abordar una campaña sin insultos…
Lo cierto es que a nadie deberían sorprender estas declaraciones. Teniendo en cuenta su autor, Fernández Bermejo, una persona orgullosa de “ser de izquierdas y de actuar como tal” y que ya ha demostrado en más de una ocasión que la diplomacia no es precisamente su fuerte, quizá incluso deberíamos haber esperado barbaridades mayores…
Pero el problema no acaba ahí y, por desgracia, hay más frentes abiertos. Frentes mucho más graves y que provocan más daños que cualquier declaración de este señor, que ya sabemos todos que no sólo no está “sobradamente preparado”, sino que ni siquiera lo está un poquito. Llevamos sólo cuatro días de campaña y el Partido Popular ya ha sido víctima de ocho ataques. En Madrid, por ejemplo, una vocal del PSOE llamó asesinos a Ana Botella y a Ruiz Gallardón y en el País Vasco, como viene siendo habitual, dos concejalas fueron insultadas y agredidas cuando se dedicaban a pegar carteles electorales.
El PSOE, mientras tanto, y fiel a su estilo, sigue afirmando que es el PP el que crea crispación y, lo peor de todo, es que esa versión es la que va a creer la mayoría de la población. Cuando uno tiene el soporte del mayor grupo de comunicación del país es fácil hacer y decir cualquier cosa porque, al fin y al cabo, ya se encargarán otros de arreglarlo y manipularlo para que la balanza siga a su favor. Sencillamente patético.
Parece bastante improbable que así puedan tenerse unas elecciones justas. Cuando uno de los dos grandes partidos no hace propuestas, sino que se limita a jalear a las masas, a enfurecerlas, a sembrar el odio y el descontento y encima logra convencerlas de que hace todo lo contrario, tenemos un problema. Y se trata de un grave problema que seguirá presente mientras no tengan el suficiente valor de tratar de ganar unas elecciones de forma limpia, honrada y, por qué no, “sin insultos”.

martes, mayo 08, 2007

Francia, Sarcozy y el "buen ojo" de ZP

Al parecer Zapatero se ha equivocado, una vez más, al aventurarse a realizar pronósticos electorales. Todos sabemos que por no acertar, ni siquiera acertó el suyo; cuando ganó esas controvertidas elecciones que le llevaron al poder y que ni él esperaba que fueran a resolverse de esa forma.
Recordemos el desastre diplomático con Estados Unidos cuando, de forma impulsiva y precipitada, consideró vencedor a Kerry. Una vez más, nuestro presidente había apostado por el perdedor. Y no debe tener mucho ojo ZP para estos asuntos, porque, después de hacer lo mismo con el caso de Angela Merkel en Alemania, de nuevo, ha errado en su jugada.
Como es obvio, esto no es algo que alguien vaya a reconocer. Lo más probable es que, desde el Gobierno, nadie aluda al hecho de que estaban convencidos de que en Francia iba a arrasar la izquierda. Nadie mencionará que Zapatero consideraba -y que nadie piense, pese a sus palabras, que ha dejado de hacerlo- que Sarkozy es la misma encarnación del mal, la esencia del fascismo y un capitalista enemigo acérrimo de los obreros.
Lo que sí harán, y ya ha empezado a hacerlo nuestro presidente, es correr un tupido velo sobre cualquier declaración anterior y reconocer a Sarkozy como un representante de la “derecha abierta y moderna”. Cualquier cosa menos mantenerse firme, serio y seguro en sus afirmaciones. Difamar y luego disimular, ocultar y manipular parecen los pilares sobre los que nuestro gobierno edifica sus acciones.
Es muy evidente la técnica se está siguiendo desde Moncloa: sembrar el pánico, el odio y el rencor ante cualquier representante de la derecha, el conservadurismo y el cambio, el verdadero y necesario cambio, en general.
En efecto, Nicolás Sarcozy se ha presentado como un candidato conservador, duro, firme y dispuesto a cambiar ciertas cosas en Francia. Una actitud que, en vez de criticar y presentar como malvada y perversa, Zapatero debería imitar. Cuando un país tiene problemas, problemas graves, como es el caso de Francia, muchas veces hace falta alguien con mano dura que ponga orden y redirija el rumbo de la nación hacia una senda mejor. Sarcozy representaba ese espíritu en las elecciones presidenciales francesas y, aunque no se sabe todavía cuáles de sus objetivos logrará que se cumplan, todo lo que se puede hacer es apoyarle en su nueva empresa.
Sin embargo, no es eso lo que hace la izquierda. Mientras en el país vecino, el nuestro, el Presidente del Gobierno engaña, enturbia y trata de poner zancadillas a la llegada de esa nueva y vigorosa generación a la Presidencia gala; en Francia deciden salir a la calle y quemar coches.
¿No habría que preguntarse quién representa realmente un peligro? ¿Quién se ha quedado de verdad estancado en un pasado en el que comunistas y capitalistas se mataban unos a otros? Renovarse o morir, no queda otra. Y resulta triste, pero día a día, la sensación de que en España se ha optado por la segunda posibilidad va en aumento.